
En lo profundo del sur del Tolima, en Planadas, el aroma del café no solo evoca la tradición campesina: también cuenta historias de transformación, esperanza y segundas oportunidades. Así nace Café Tercer Acuerdo, un emprendimiento impulsado por la Cooperativa Multiactiva Marquetalia por un Futuro Mejor, integrada por firmantes del acuerdo de paz que hoy le apuestan al desarrollo productivo como camino de reconciliación.
Liderado por Yulieth Paola Villa Cerón, este proyecto es un ejemplo tangible de cómo el café puede convertirse en símbolo de reconstrucción social. A través de la compra de grano a campesinos, comunidades indígenas y socios de la cooperativa, Café Tercer Acuerdo transforma el producto desde su origen hasta su venta final en presentaciones empacadas —de media y una libra— bajo marcas como Tercer Acuerdo y Marquetería. Todo el proceso, desde el trillado hasta el tostado, se realiza con maquinaria propia y cuenta con el respaldo del registro Invima.
Pero más allá del café como producto, este emprendimiento representa un modelo de trabajo colectivo que se ha venido consolidando con esfuerzo, disciplina y visión comunitaria. Aunque cuenta con aspectos fundamentales como la legalización ante Cámara de Comercio y la infraestructura necesaria, aún enfrenta importantes retos administrativos y financieros: no posee estados financieros formales, ni planificación contable estructurada. El manejo económico se hace de forma manual, sin herramientas digitales, lo que impide tener control pleno de rentabilidad y gastos.
Gracias a los procesos de mentoría recibidos, la cooperativa ha comenzado a construir herramientas clave como el flujo de caja diario, trimestral y anual, y ha recibido acompañamiento en el manejo de ingresos, gastos y costos operativos. Son pasos firmes hacia la consolidación de un modelo económico más estable y sostenible, que combine identidad local, inclusión productiva y justicia social.
Café Tercer Acuerdo no es solo una bebida: es el resultado de una apuesta por la paz con hechos, una taza que mezcla sabor, dignidad y compromiso con el territorio. Es la muestra de que el campo colombiano, cuando se acompaña y se cree en él, florece incluso después de la guerra.