Alba Lucía Ortiz Guarnizo es una destacada productora agrícola y emprendedora nacida en Natagaima, Tolima.

Con más de 57 años de experiencia en el sector agropecuario, ha dedicado su vida al cultivo y transformación del cachaco, un producto tradicional que ha sido parte de la identidad cultural y gastronómica de su región. Madre de tres hijos y líder comunitaria, ha trabajado incansablemente por el desarrollo rural, la sostenibilidad y la generación de empleo en su territorio.
Como fundadora de COMPLA (Cooperativa Multiactividad de Productores de Plátano y Cachaco), Alba Lucía ha liderado un proceso de transformación del cachaco en harina libre de gluten, un producto altamente nutritivo que ha logrado posicionarse en mercados locales y nacionales. La cooperativa, conformada por 30 socios entre los que se incluyen familias indígenas, víctimas del conflicto armado y mujeres cabeza de familia, nació en 2018 y se consolidó en 2019 con el objetivo de darle valor agregado a la producción de cachaco y mejorar la calidad de vida de sus productores.
Desde su planta en Natagaima, Alba Lucía y su equipo llevan a cabo un proceso productivo sostenible que inicia en los cultivos de cachaco, distribuidos en municipios como El Espinal, Saldaña y Purificación. Tras la cosecha, el cachaco se pela, se seca en marquesinas, se hornea y se muele hasta obtener la harina, que luego es empacada y comercializada bajo el lema: “Del racimo de cachaco a la bolsa”. Gracias a su dedicación y compromiso, la harina de cachaco ha obtenido certificaciones como Negocios Verdes de Cortolima, lo que le ha permitido ganar reconocimiento en ferias y eventos empresariales en ciudades como Bogotá, Bucaramanga y Armenia.
El impacto de su emprendimiento no solo se refleja en el crecimiento económico de los productores de la región, sino también en la preservación de un cultivo ancestral que ha sido parte de la alimentación de generaciones. Con su visión de futuro, Alba Lucía sueña con consolidar un centro de acopio, expandir el mercado de la harina de cachaco y alcanzar la exportación del producto. Además, trabaja en la diversificación de la oferta, promoviendo la elaboración de panes, bizcochos, tortas y coladas a base de harina de cachaco, rescatando recetas tradicionales y enseñando a las nuevas generaciones sobre el valor de este producto autóctono.
A pesar de los retos logísticos y la falta de infraestructura propia, Alba Lucía Ortiz Guarnizo sigue impulsando con pasión su cooperativa, convencida de que el cachaco no solo es un alimento nutritivo, sino también una oportunidad para mejorar la calidad de vida de muchas familias tolimenses. Su compromiso con la sostenibilidad, la economía solidaria y la preservación de la cultura ancestral la han convertido en un referente del emprendimiento rural en Colombia.